El pensamiento dialéctico es el fundamento de la Terapia Dialéctica Conductual (TDC) y se refiere a permitir que coexistan ideas contradictorias. Puede reducir la lucha interna que tenemos con nuestros propios pensamientos, que a menudo es una fuente de nuestro sufrimiento emocional. En la terapia se integran estrategias de la TDC como: conciencia plena, tolerancia al sufrimiento, regulación emocional y efectividad interpersonal para fortalecer los recursos internos.
Me baso en lo que comúnmente se conoce como “terapia del niño interior” o terapia de Sistemas Familiares Internos (IFS, por sus siglas en inglés) para obtener perspectiva sobre cómo nuestro pasado influye las formas en que interactuamos con el mundo en la actualidad. El trabajo de partes se basa en la práctica de la curiosidad para comprender mejor nuestras motivaciones internas, y la empatía para resolver conflictos internos que afectan nuestra calidad de vida.
El cuerpo habla. Nuestros cuerpos comunican dolor y emoción, nos dicen cuándo tenemos hambre o cansados, y se adaptan a nuestras necesidades al máximo de sus capacidades. Alteraciones en nuestra vida, de nuestra relación con la comida, de nuestro sentido de autoestima y de nuestra salud pueden fomentar una profunda desconexión cuerpo-mente. Durante las sesiones se aplicarán elementos de la experiencia somática, un tipo de terapia somática, para fomentar la capacidad de respuesta y la sintonía con las señales del cuerpo.
La cognición se refiere a los procesos mentales que nos permiten pensar, aprender y entender. La Terapia Cognitiva Conductual (TCC) es una terapia estructurada y basada en la evidencia que nos ayuda a identificar y replantear pensamientos poco útiles que desafían nuestra capacidad de responder de maneras que realmente nos sirven. Durante las sesiones se aplicarán elementos de la TCC para expandir la lente a través de la cual nos interpretamos a nosotros mismos y al mundo.